Con cada paso que avanzaba, sus zapatillas sonaban producto del agua que llevaba dentro, estaba empapada de pies a cabeza y ya no sentía ninguno de sus dedos debido al frío. Llevaba varios días lloviendo en la ciudad, lo cual se veía interrumpido algunas veces al día para dar paso a una fuerte granizada. Indudablemente era uno de los peores temporales de los cuales se tuviera registro, pero ella caminaba con los pulgares enganchados en los tirantes de su mochila con paso firme y la cabeza gacha.
Para llegar a su destino, eligió la ruta más desolada para no tener contratiempos ni distracciones, tenía mucho en lo que pensar.
Su caminar era acompañado por el ruido de los gruesos goterones que caían con violencia en el pavimento y de vez en cuando por sus estornudos, que rompían la fría monotonía de aquella noche donde el bao que emanaba de su boca entreabierta lo seguía como un fantasma hasta que se disipaba.
De pronto, se detuvo y de un bolsillo de su mochila sacó una cajetilla de cigarros y un encendedor, introdujo uno entre sus labios, lo prendió y se sentó en la cuneta sin importarle que estuviera mojada, la lluvia paró de súbito y sus lágrimas la reemplazaron.
Se recostó y miró el cielo negro sin estrellas y vio subir el humo de su cigarro por las alturas. Se entretuvo viendo como el vapor que salía de su boca y nariz jugueteaba con el humo pesado y franco de su cigarro, veía como se originaban figuras ancestrales, seres primigenios, animales, plantas, su familia, lo más claro y lo más oscuro que podía gestarse en su cansada y triste mente.
Así estuvo días, quizá semanas, observando como el frío, la nieve y la humedad se hacían parte de ella, contemplando inmóvil el inmenso cielo que bombardeaba la ciudad con su crudo invierno.
tus escritos en un blog c':
ResponderEliminares totalmente lindo
pesé que lo tenías
que estabas pensando que no te habías hecho uno
te he dicho alguna vez que me me gusta como escribes?
cuídate y jamás te detengas c: