lunes, 21 de octubre de 2013

Madre casi tierra.

Te debo cuanto soy, Umúnculo, embrión, promesa. La ortografía jactanciosa que heredaron mis genes Y una infancia entre los olores de un Santiago añejo. Te debo una incipiente erudición, El saber y el sabor de los libros que devoro. Un paladar amante de los sabores de mi tierra y un apetito que no desdeña de las ollas y marmitas populares. Te debo el copihue en su selva y la añañuca en su desierto. Te debo también el resentimiento por más que lo cargues con vergüenza. Soy los poemas de Machado, De Serrat y la Violeta, el cantar de la guitarra, el volcán y la protesta. Soy asfalto y carretera, camino que hasta por la tierra anduvo buscando aventura. Te debo el sur, el mar y el aromo que estando en flor tiñó de amarillo mi pelo. Te debo más cuanto tengo y que por no tener nada es más cuanto te agradezco.

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