Te debo cuanto soy,
Umúnculo, embrión, promesa.
La ortografía jactanciosa
que heredaron mis genes
Y una infancia entre los olores
de un Santiago añejo.
Te debo una incipiente erudición,
El saber y el sabor de los libros que devoro.
Un paladar amante de los sabores de mi tierra
y un apetito que no desdeña
de las ollas y marmitas populares.
Te debo el copihue en su selva
y la añañuca en su desierto.
Te debo también el resentimiento
por más que lo cargues con vergüenza.
Soy los poemas de Machado,
De Serrat y la Violeta,
el cantar de la guitarra,
el volcán y la protesta.
Soy asfalto y carretera,
camino que hasta por la tierra
anduvo buscando aventura.
Te debo el sur, el mar y el aromo
que estando en flor
tiñó de amarillo mi pelo.
Te debo más cuanto tengo
y que por no tener nada
es más cuanto te agradezco.
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